jueves, 29 de marzo de 2007

¡¡Respeto y Honor!! AUH!! AUH!! AUH!!

David contra Goliat. O lo que es lo mismo, 300 espartanos contra cientos de miles de persas. Esto es básicamente lo que os espera a los que todavía no hayáis sucumbido al embrujo de la nueva película de Zack Znyder, adaptación de la novela gráfica de Frank Miller, que en el primer fin de semana de exhibición batió el récord de ganancias en Estados Unidos.

La película se centra en la Batalla acaecida en el Paso de las Termópilas, en la que el Rey Leónidas y un reducido, pero bien escogido ejército, se enfrentó al temido rey persa Jerjes I y sus guerreros, haciendo gala de su fuerza y valentía hasta el último momento. La experiencia no es apta para sensibles, sino más bien para espectadores dispuestos a soportar altas dosis de violencia sin rechistar. Es por eso que, a pesar del tremendo éxito de público, las críticas en general no han sido demasiado halagüeñas. ¿Dónde está entonces el atractivo de 300? A mi juicio no se trata de una simple película histórico-bélica al uso, sino de otro de los intentos de dar vida a un cómic, a base de tratar el color y el contraste digitalmente, logrando con ello unas imágenes similares a los dibujos originales.

Es necesario por lo tanto, una vez en la sala, olvidarse de la precisión histórica, que a juicio de la mayoría de los expertos no existe, y no pretender tampoco encontrar personajes profundos, ni diálogos brillantes, ni siquiera obtener una visión políticamente correcta de los persas. Lo que se muestra en definitiva es un cuasi cómic en vivo, con una plasticidad realmente atractiva visualmente y, lo más importante, una vez fuera de la sala, invita a profundizar en este capítulo de la historia que magistralmente narró Juan Antonio Cebrián en su primer Pasaje de la Historia, comprobando cómo sucedieron realmente los hechos o sumergirnos en el comic que sirvió de pretexto a la película.

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